Gracias a la iniciativa Cork, Catalunya Gastronòmica, y otros medios del sector, el pasado jueves día 9 nos desplazamos a Gerona para conocer de cerca la industria corchera, los avances en investigación e innovación, así como la avanzada tecnología que se utiliza para la producción del corcho.
El Institut Català del Suro (ICSURO), la Asociación de Empresarios Corcheros de Cataluña (AECORK), y la Asociación Portuguesa de Corcho (APCOR), son las tres entidades que lideran la iniciativa Cork. Su objetivo es promocionar el sector del corcho y dar a conocer sus principales valores y beneficios tanto a nivel medioambiental, como económico y cultural.
El viaje empezó con un buen almuerzo en Can Vilallonga, a Cassà de la Selva, donde se respira tranquilidad y la brisa de la tramontana te envuelve con los aromas y la frescura del lugar. Cerca de la masía, nos encontramos con un bosque lleno de alcornoques y ahí nos contaron la simbiosis entre economía y ecología, cómo van ligadas de la mano, y la importancia de respetar los árboles para realizar la llamada “saca del corcho”. Para ello, nos hicieron una demostración de la extracción de la corteza de uno de los alcornoques, realizada por profesionales, y que se ejecuta en 6 etapas: abrir verticalmente, separar a través del corte de hacha, trazar un corte horizontal, extraer la plancha del árbol, quitar posibles parásitos y marcación del árbol indicando el año. Esta fase se realiza durante estas épocas –desde mediados de mayo y junio hasta mediados/finales de agosto-, aunque este período puede variar en función del tiempo.
La extracción solamente se producirá a partir de los 25 años del árbol, que es cuando tiene el tamaño requerido, y será a partir de la tercera saca –a partir de los 40 y 50 años del alcornoque- cuando el corcho tendrá las propiedades adecuadas para la producción de tapones de calidad. A partir de aquí, su explotación durará un promedio de 200 años, que equivale a unas 14-15 sacas de corcho.
España cuenta con el 27% mundial de bosque de alcornoques que se concentran principalmente en las comunidades de Extremadura, Andalucía y Cataluña. Se extraen 88.400 toneladas de corcho que representan el 30% de producción de corcho a nivel mundial. Existen 150 empresas dedicadas al corcho, con alrededor de 2000 trabajadores. Por tanto, el sector del corcho supone un importante motor económico que lleva a cabo una actividad sostenible y generadora de ocupación en zonas rurales –elemento de cohesión territorial vital–. Según las ONG que trabajan el medio ambiente, el bosque alcornocal es uno de los 35 ecosistemas globales más ricos del mundo. Además, destaca por sus considerables beneficios ambientales: retención y almacenaje de CO2, riqueza biológica, regulación del ciclo hidrológico, conservación del suelo o prevención de incendios.
INDUSTRIAS CORCHERAS
Durante la visita, también tuvimos la oportunidad de visitar la fábrica de corchos Francisco Oller (1892) y la fábrica de J. Vigas (1887), para conocer de primera mano el proceso de elaboración del tapón de corcho, principalmente para vino y cava. El corcho pasa por un conjunto de etapas que se diferencian en función del tipo de tapón, pero en todas ellas se empieza por la cocción de las planchas. Las células se expanden y el corcho se vuelve más regular, aumentando su volumen hasta un 20%. Se deja reposar durante unas dos o tres semanas, con la finalidad de aplanar las planchas del corcho y, posteriormente, las planchas son separadas por clases en función de la calidad. A partir de aquí, el proceso varía en cada tapón pero, durante todo el proceso, se va descartando, se hace una selección para conseguir un resultado preciso y se va aprovechando al máximo todo el corcho. Los restos no aprovechables generados en el mismo proceso se reutilizan como biomasa para producir energía dentro de la propia fábrica. Una de las etapas finales es el marcado del tapón con la firma de la bodega y también la del fabricante, para dar legitimidad al producto. Puede ser mediante tinta, fuego (sistemas tradicionales) o laser (mayor calidad visual). Una vez marcados, se trata la superficie del corcho con parafina o silicona para facilitar la introducción del tapón y posterior extracción. Cuando finaliza la producción, los tapones son embalados y se transportan al productor de vino o bebidas espirituosas.
Del total de la facturación del sector corchero español, más del 50% se destina a la exportación: el 60% en tapones de corcho natural y técnico, y más del 30% en corcho en bruto o preparado. Los mercados europeos (Francia, Portugal e Italia, principalmente) son los principales destinatarios de las exportaciones españolas con más del 80%. Entre el 10% del total exportado destacan EEUU, Argentina y Chile.
Dentro del valor añadido del corcho, y sus beneficios, destaca su aportación e influencia al aroma del vino, lo cual se nos explicó detalladamente en nuestra visita al Institut Català del Suro.
El sector del corcho en España cuenta con innovadores procesos de calidad, nuevas fábricas y tecnología punta para conseguir una garantía de producto de calidad. La mayoría de empresas corcheras disponen de departamentos técnicos compuestos por licenciados en biología y química, que controlan todo el proceso de desarrollo. Los productos acabados están sujetos a un exhaustivo test que abarca, entre otros, el análisis visual, el control del grado de humedad, el control de oxidante residual, análisis de hanisoles extraíbles (TCA: sabor o aroma a moho) y análisis sensorial (identificación de aromas presentes en el tapón).
Estos test son fundamentales para garantizar el cumplimiento de las normas internas de la industria que, a su vez, velan por el cumplimiento de unos requisitos técnicos cada vez más rigurosos. Systecode, cuya implantación comenzó en los vinos embotellados a partir de 2001, garantiza de forma constante la calidad y fiabilidad del producto.
SOSTENIBILIDAD
El corcho es un material natural, orgánico, renovable y biodegradable. Su extracción no causa ningún impacto negativo, no produce ninguna contaminación y, además, se trata de un material natural renovable. Los alcornoques, por su parte, tienen la capacidad de regenerar su corteza. Por lo tanto, es una actividad absolutamente sostenible social, ambiental y económicamente.
La industria corchera ayuda a retener el cambio climático. Si se tiene en cuenta todo el ciclo de vida de un tapón de corcho, éste ayuda a retener 234 gr. de dióxido de carbono. El potencial de fijación de CO2 se multiplica entre 3 y 5 veces con la extracción del corcho, ya que incrementa la actividad biológica del árbol.
Además, el gasto energético es mucho inferior en la fabricación de un tapón de corcho que no en fabricar tapones de aluminio o plástico. También lo es para el reciclaje del corcho. Los tapones recogidos se trituran, y el granulado obtenido se utiliza para fabricar productos para otros sectores, como construcción. Entre las utilidades del corcho se encuentran materiales de alta tecnología para la industria aeroespacial, equipamiento deportivo de alto rendimiento o proyectos de referencia de arquitectura y diseño, entre muchos otros ejemplos. Por lo tanto, la industria corchera se puede considerar como un ecosistema natural.
CULTURA
Además de generar puestos de trabajo y de su elevado valor económico y ambiental, el sector corchero nos enriquece con un patrimonio cultural muy relevante en el ámbito de la arquitectura, gastronomía, asociacionismo, artesanía, etc. El corcho evoca la cultura mediterránea, la artesanía, el buen gusto. La ceremonia de descorchar una botella de vino es todo un ritual, y pierde todo su sentido en el caso de un tapón sintético. El vino se vuelve más preciado, porque forma parte tanto de un acto social como cultural.
El tapón de corcho le aporta al vino aromas positivos propios, garantiza la seguridad alimentaria del vino y le da textura y color. Las propiedades microcelulares del tapón, formado en un 90% por aire, posibilitan la evolución y maduración del vino en botella gracias a su óptima permeabilidad al oxígeno y disolución en el vino. A nivel de salud y bienestar, los tapones de corcho, en contacto con el vino, pueden generar compuestos saludables como la “acutissimina A”, un fuerte agente antitumoral.
La última etapa del viaje fue la visita a Vins i Licors Grau, donde nos deleitaron con una cata de vinos de la zona: vino blanco de Masoller, vino negro de Espelt y cava Gramona. El cóctel-cena puso el punto final a este interesante recorrido por el complejo proceso de elaboración del tapón del corcho y el descubrimiento y aprendizaje de sus beneficios y aportaciones.
Escrito por Laia Martínez